Y de momento, sin que nadie lo esperara dice el "Manco del
Espanto" :

 " ¡ Bueno caballero... estamo aquí reuníoj pa'subil por esa
lomasssss ! - la "s" no tenía fin y como había visto que yo me
empecé a reir, se levantó con su mochila de un tiro --medio
disgustado-- y salió caminando con el brazo extendido señalando
el rumbo como para dar ánimo a la gente y lo más lindo fue que
todo el mundo lo siguió en fila india que aquello daba gusto
.Nosotros conocemos al "Manco del Espanto" desde que éramos
muchachos en « los Camilitos » y debo decir que yo admiré
ese día su capacidad de arrastrar a todos los que estábamos en
la plazoleta del ayuntamiento de Saint Jean.

Allí, las montañas están tan cerca del pueblo que parece que le
van a caer arriba a uno y cuando los tres chulillos empezaron a
subir al final de la fila --sus bolsas de plástico hacíaN un ruido
urbano que ya me tenía cabrón--, uno de ellos le preguntó al
"Manco del Espanto ":

- ¿ Chico, y no hay una guagua o argo pa'delantal un poco ?

A lo que El Manco respondió sin dejar de caminar:

- ¡ Jí, qué lindo ! ¿ y tú no quiere que te ponga un
hericórtero ?

Aquello empezaba mal..

Excepto los tres encadenados áureos, todos llevábamos nuestras
mochilas y botas y sacos de dormir y todo lo necesario para andar
un par de días comiendo catibía por las lomas.

Empezamos a subir como a las siete, y a las once y treinta de la
mañana habíamos caminado solamente los siete kilómetros
que separan Saint-Jean de Arneguy que es una aldea, antigua
frontera y lugar de todos los tráficos entre España y Francia. Ya
no hay guardias en ese lugar y se pasa de un país al otro como si
nada.

Detalle curioso : allí hay una tienda que tiene dos puertas, la
puerta del portal da a Francia y la puerta del patio da a España.

Bueno, pues a partir de la antigua frontera dejamos a un costado el
asfalto y nos adentramos en el monte por un trillito en el cual
hacía falta Dios y ayuda para avanzar aunque fuera un metro
porque la cuesta estaba tan recia que por momentos había que
agarrarse a las matas. Los tres vainas venían detrás,
resbalando y hablando entre ellos mientras el resto tratábamos de
identificarnos, de ayudarnos, de darnos ánimo. "El Manco del
Espanto" iba delante diciendo barbaridades que nos hacían reir y
como la fila india se había estirado y que estábamos ya muertos
de cansancio en cuanto entramos en una parte más o menos llana
del trillo nos tiramos al suelo.

Allí fue cuando uno de los chulillos sacó de la bolsa de plástico
una cámara fotográfica y haciéndose el sueco nos tiró varias
fotos y la verdad que yo no le había dado importancia al hecho
de que aquel tipo le tirara fotos al grupo del cual, en definitiva, él
formaba parte.

Descansamos allí como media hora, estábamos echados como
vacas (así nos hubiera dicho "Neroncillo el Mínimo", el hermano
de Nerón II y los camagüeyanos saben de qué hablo) y bueno,
allí estábamos refrescando un poco pero cuando nos
disponíamos a arrancar otra vez, uno de los "turistas" nos dijo de
sopetón y con voz de convencido : « bueeeeno, nojotro no vamo
a siguil con ustede polque no tenemo bota ni na y qué va...y
siguió hablando pero "El Manco del Espanto" que tiene una
estatura de casi dos metros empezó a levantarse que parecía
una antena de radio desplegándose y con una voz de trueno le
dijo "Sí, tu te va ja il pero no tienesssss que dal er rollito de la
camarita esa con la que no tiratessss laj foto".


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