Mi Lwów
Jósef Wittlin
(Fin)
Cierro los ojos y oigo cómo doblan las campanas de Lwów,
aunque cada cual dobla de un modo distinto. Escucho el chapoteo de las fuentes
en la Plaza del Mercado acompañado del susurro de los olorosos árboles, a los cuales
la lluvia primaveral lavó del polvo. Se acerca la décima hora y se está
volviendo tan quieto, que sólo por los pasos de los que vuelven de prisa a su
casa para llegar antes de la hora del "serreno",
reconozco quién va. Reconozco los pasos de gente que hace mucho dejó de andar.
Son sombras que golpean de esa manera con los tacones en las desgastadas losas
de los pavimentos.
Cierro los
ojos y veo multitudes, errando por el Corso. Están
florando desde el Teatro Municipal, por la Calle de las Legiones, hasta la Caja
de Ahorros, y fluyen más allá, bajo el pasaje de Mikolascha.
En un chorro ancho s están vertiendo en la Plaza Mariacki,
pasan delante del Hotel George, y viran en la Calle Akademicka hacia el final, hasta la farmacia de Pilecki. Allí vuelven, despacio, rítimicamente,
con tranquilidad, la marea retrocede hasta el Teatro Municipal. Los muertos
caminan con los vivos. Los muertos paran a los vivos, pidiendo fuego para los
cigarrillos. Los dandys procuran ligar a las damas en
miriñaques, damas que hace mucho son ya sombras. Un paseo de sombras.
Enemigos
hechos hermanos en la muerte van del brazo como hacen los amigos. Se detienen
en las esquinas delante de las humeantes estufillas en las cuales se están
asando castañas. Encima de las estufillas arden faroles de nafta con un tirolés
y una cruz roja pintados en los cristales. Los oficiales de los dragones
austriacos, con monóculos en las cuencas vacías de los ojos, tintinean las
espuelas. Ahora mismo salieron de la pastelería Sotschka
en la Plaza Mariaccki y saludan a las cupletistas,
que crujen en sus sedas.
Los
cosacos ucranianos del año 1918 van cogidos del brazo con los defensores
polacos de Lwów, con los "aguiluchos".
"Los Espíritus de los Falcones" pasean al lado de los futbolistas
judíos del equipo "Hasmonea". La multitud
crece. De las calles laterales se incorporan los bomberos, criados "de
éstos que se plantaban en los portales y eran bocones", y señoritas que en
las reuniones bailaban el lansjer con el mismísimo
Conde Groettger y las primadonnas
que aparecieron en las primerísimas operetas de Offenbach.
Toda la
juventud dorada, vista por Lwów durante aquel siglo,
salió en enjambre al Corso. La ola negra se desborda
en la calzada y va en tropel hasta el pie del monumento de Mickiewicz.
De la multitud se aparta repentinamente un petimetre con una peluca empolvada y
un flequillo algo escaso. Se planta bajo la columna de Mickiewicz,
donde ya se ha colocado en los escalones todo el "Cacilienchor"
(Coro de Santa Cecilia). El hijo de Mozart saluda inclinándose
ante los vivos y muertos. Hace una señal con la batura
y la Plaza Mariacki, llena a tope con una muchedumbre
silenciosa, resuena con una canción del año 1914: "En un día lluvioso y
sombrío"... Entonces, en el techo de la casa Dittmar
y Cia se enciende una pancarta iluminada:
"CUENTO DE HADAS". Se enciende una vez y se apaga. De pronto se oye
un silbido espantoso. Eran Sacher-Masoch
con su jefe comisario, Taure, los que le dieron la
señal a la policía ecuestre escondida en la Calle Walowa.
Se oye el estrépito de los cascos dando contra los adoquines: la policía disipa
la multitud de los sables.
Las
sombras perseguidas huyen calladas en todas direcciones, pero enseguida se
agrupan otra vez, apiñados, se adensan, y de nuevo normalizado el tráfico,
reinan un ondear rítmico, la despreocupación, el paseo. Las sombras silenciosas
se deslizan hasta el Teatro Municipal, de donde vuelven para de nuevo navegar
hacia la Akdamicka. Y así sin descanso: van y vienen
--vienen y van-- al infinito, hasta el final de los días.
1
de mayo de 1946
(Versión en español de Elizabeth Wittlin Lipton)
"Como
una flor nocturna, Orfeo abre el cáliz de su canto y se cierra al bullicio del
día. Nos ayuda durante una hora, durante dos, a vencer el miedo, a vencer la muerte,
a vencer el tiempo, que inevitablemente nos lleva a la muerte, llenando el
tiempo con el arte que se cumple en el tiempo.Orfeo
nos permite por un plazo corto desconectar la razón de la manera que se
desenchufaría la electricidad; nos permite a los apresados en el espacio,
descansar en el tiempo. Apagamos con anhelo a esa débil --ay, qué débil luz de
la razón--, que ilumina nuestros oscuros asuntos cotidianos; desconectamos el
sentido de la vista; cerramos los ojos, duplicando así la sensibilidad de los
oídos.
Es de noche, hay silencio, escuchemos a Orfeo.”
Fragmento
de "Orfeo en el Infierno en el Siglo XX", 1930-42.
(Versión
en español de Elizabeth Wittlin Lipton)
Hospital,
febrero de 1976*
"Estos
rascacielos que contemplo desde mi habitación del hospital en el piso 17 están
muertos de día --de noche la iluminación los devuelve a la vida--, me parecen unas
enormes altísimas lápidas sepulcrales. La falta de la esperanza de ese paisaje lo
salva el anuncio iluminado de la Pan-Am, como una
chispa de esperanza, "que aún saldré de aquí hacia más allá del océano".
*Nota
encontrada en un cajón de una mesita de noche en el hospital donde murió Joseph
Wittlin, el New York University Hospital.
Post-Scriptum a mi vida
¡Qué nadie haga el tonto encima de mi
muerte!
La vida me fue pesada, mi existencia de cadáver
Tampoco es ligera, lo que hoy todavía es mi cuerpo
Será delicia para los gusanos.
Y todo lo que amaba en esa tierra
Ya está zarpando, ya zarpa para siempre.
Mas Tú en quien quiero creer, creer que estás,
Manda allí, donde --si es que la tengo-- estará mi alma,
a tu Consolador, a Wolfgang Amadeo.
196?
(Versión de Paco Brines)
Ascensión de Año 1958
Desde siglos los ángeles caídos
Vuelven al cielo, por la voluntad del hombre.
Se alzan, perforan la estratósfera
Armados hasta los dientes; cohetes lunares los sputniks
Ayudaron al hombre con toda su sapiencia,
A los físicos los nutrieron con su ciencia oscura,
Al árbol del conocimiento del bien y del mal
Lo despedazaron con las hachas
Mas vuelven --vuelven-- de donde vinieron.
196?
(Versión
de Paco Brines)
___________
Jósef Wittlin es una de las más
intensas y complejas figuras de la literatura polaca
contemporánea. Nació en 1896 y murió exiliado en Nueva York,
en 1976. En 1920 publica su único libro de poemas, Himnos, aunque
no dejó nunca de escribir poemas. En 1935 apareció La sal de la tierra,
que ha sido traducida a trece idiomas. En 1940 abandona Polonia y se establece
en New York.